viernes, 28 de agosto de 2015

Límites, estelas y ombligos sucesorios


Me gustan las personas que en lugar de retroceder en busca de la seguridad se arriesgan a traspasar sus lindes cuando llegan al final de los confines personales. Arriesgarse a rebasar los propios márgenes es una forma muy saludable de ensanchar la piel en direcciones diferentes a la habitual. Y regenerar el tejido dérmico emocional. En ese sentido hay que estar atento a las oportunidades que brinda la vida para ampliar contornos pues suele ofrecer aquello que se necesita vivir en cada momento para aventurarse a cruzar las fronteras. Y saber, mínimamente, quién eres porque no vuelves igual una vez que las has atravesado. Vuelves marcado como la culata de un revolver. Con un montón de huellas impresas. Huellas en el trasero de la patada que te dieron nada más salir para ver si se te pasaban las ganas de volver a rebasar la divisoria. O en la espalda, de la puñalada trapera del amigo que no pudo soportar que le cambiases el hito afectivo y te desmarcases de su territorio emocional. Y de su control, que es amor para él. Pero también puedes regresar portando huellas en forma de herradura. Señales que dejaron en ti quienes llevan más tiempo que tú al otro lado de sus fronteras. Explorándose. Personas que no se sentirán amenazadas por ti sino que se mezclarán contigo con la esperanza de que tú también dejes impronta en ellas. Las reconocerás por su desarrollada musculatura mandibular, fruto de mascar el miedo por las noches, a solas. En silencio. 

Esos encuentros generosos dejarán en ti estelas brillantes que podrás seguir como guía en noches especialmente opacas. Ésas en las que resulta más complicado terminar con tus términos. Y mascar el miedo, a solas. En silencio. Para seguir caminando de día y enterarte de cómo son las cosas al otro lado. En otras orillas. En otras pieles. Sólo tienes que aventurarte a salir. De ti. Arriesgarte a que te pasen cosas para las que no estás entrenado, a que se te salten los bordes por los aires y volver a delimitarte un poco más allá de donde estabas circunscrito. Ojala que usted haya aprovechado las vacaciones para salir de su coto emocional y regrese colmadito de huellas y estelas. Será que, de verdad, ha vivido. Como dice Virginia Wolf/Nikole Kidman en Las Horas: “No se puede encontrar la paz evitando la vida”. Quizás todo esto explique porqué algunos políticos pasan sus vacaciones instalados en sus ombligos. Me pregunto si Rajoy tendrá ombligo propio o le habrá implantado Aznar el suyo en un arriesgado gesto de generosidad democrática sin precedentes. ¡Falta le hace un buen revolcón allende sus mojones a más de uno!... En fin, que me alegro mucho de volver a estar por aquí. Un besazo.

Publicado: 06/09/2003


No hay comentarios:

Publicar un comentario